Es común escuchar que la relación de una marca con lo que representa su imagen es arbitraria. Esto justifica que por ejemplo Unilever pueda identificarse con una imagen que habla de pájaros, peces y otros símbolos alegres y simpáticos, sin que Unilever sea eso que su marca comunica.  

Pero quizás la ecuación está en otro lado. Quizás esos peces y pájaros están en nosotros, no en la marca de Unilever. Están en nuestra necesidad de querer encontrar en nuestra vida algo arbitrario o no que nos de alegría, algo como un símbolo ya sea de una producto o de lo que fuese. Entonces, el que nos miente no es Unilever sino que somos nosotros los que nos mentimos. Quizás lo que estamos comprando no es solo un producto de limpieza. No somos tontos para engañarnos, ya que está claro que ese producto no nos va a dar nada más que un piso más limpio.

Quizás tampoco estamos comprando la garantía de calidad del producto que ese símbolo estaría expresando. Quizás lo que en realidad estamos comprando es solo una imagen. 

Así podemos pensar que si queremos comprar algo con la marca de Unilever, quizás lo hacemos por poseer su imagen, su dibujo. Tener con nosotros eso que durante un momento nos lleva a un ambiente con pájaros y peces y alegría, nada más que eso. 

Es decir que puede ser que solo somos gente que busca la belleza de las imágenes y para eso tenemos la necesidad de comprar o tomar la belleza de las imágenes, y si por el mismo precio ellas nos dejan los pisos limpios, mejor.

©Sebastian Guerrini, 2009